Hoy te traemos al fin nuestra nueva investigación, coincidiendo con la semana en que se ha celebrado el Día Mundial del Agua. Estos últimos meses, hemos vuelto a viajar por este país rodeado de agua salada casi por todas partes (menos por una llamada istmo y otra llamada Portugal) para ver con nuestros ojos lo que nos decían los datos. Para entender cómo es eso de que, en plena sequía, tengamos en España grandes plantas desaladoras de agua de mar casi paradas en zonas como Castellón, con los acuíferos costeros sobreexplotados y altamente contaminados por nitratos; en Murcia, donde siempre han aprovechado toda gota de agua que les llegue; en Almería, donde se alterna el paisaje desértico con los cultivos en regadío intensivo bajo plástico. Para hablar con los alcaldes de municipios con problemas de agua y, aparentemente, la solución ya construida. Con quien no quiere pagar el precio del agua desalada y también con los agricultores que llevan años regando sus cultivos con ella. Aquí tienes nuestro último trabajo, que hemos publicado en elDiario.es. Desaladoras: viaje a los rotos de la fábrica del agua.
Y por supuesto, toda la actualidad del estado de las reservas de agua por embalse, cuenca, la evolución de la pluviometría.
Arrancamos.
España, la potencia en desalación que chocó contra el ladrillo
España es una potencia en desalación de agua de mar. Conste que fue el primer país de Europa que construyó una desaladora. Fue en Lanzarote, donde hoy casi el 91% del agua que se consume es desalada, y empezó a funcionar allá por 1965. La desalación salvó de la escasez tanto islas como ciudades como Ceuta y Melilla, que durante muchos años lo intentaron todo, incluido llevar agua en barco, para superar la escasez. Hay ciudades como Almería que han encontrado un colchón frente a sequías en su planta de desalación de gestión municipal. Y cuencas como la del Segura donde las desaladoras que se construyeron pensando sobre todo en el regadío están ya produciendo cerca del máximo de su capacidad e inmersas en procesos de ampliación. ¿Cómo es posible que existan plantas paradas en las que se invirtieron cientos de millones de euros?
Hay que ir sobre el terreno para poder mostrarte hoy a vista de dron y contarte que en este país hay plantas rodeadas de aceras, farolas, solares sin los edificios que iban a albergar; plantas levantadas a metros de distancia del charco que va dejando el agua de pozo que sale de un acuífero sobreexplotado; desaladoras en medio de parques industriales sin industria, plantas privadas casi sin actividad pero por las que se pagan decenas de millones de euros al año de dinero público por un contrato que, cuando termine allá por 2034, significará haberle pagado a una constructora 600 millones de euros independientemente de si la desaladora se usa finalmente o no produce ni un cubo de agua.
Hay que rastrear datos, porque no existe un registro centralizado, en busca de la imagen más fiel posible de lo que supone la desalación en cada cuenca y qué porcentaje de capacidad se produce planta a planta. Hay que buscar los documentos que muestren cómo los políticos del pico de la burbuja inmobiliaria hipotecaron municipios muy pequeños de costa con tal de esquivar la imposición estatal de demostrar que iba a salir agua de los grifos de todas esas miles de viviendas que habían planeado construir.
España está inmersa en un plan millonario de inversiones en nuevas plantas de desalación, en recuperar las que llevan una década sin usarse porque se contruyeron sobre suelo inundable y, quién iba a imaginarlo, se inundaron; en canalizaciones que permitan llevar el agua desde las plantas a sus usuarios, en plantas fotovoltaicas que permitan mitigar uno de los grandes problemas del agua desalada: que es muy cara por la gran energía que requiere el proceso de desalación. Los fondos europeos Next Generation de recuperación económica tras la COVID-19 están jugando un papel fundamental pero, mientras se activa todo el plan para sacar a las desaladoras del coma, es hora de contar la historia de lo que pasó.
👉 Desaladoras: viaje a los rotos de la fábrica del agua
Los embalses para consumo en España están esta semana al 46,5% de su capacidad
Los embalses de uso consuntivo, es decir, destinados a uso humano, agrícola e industrial, se encuentran al 46,5% de su capacidad, con 18.045 hm³. En la última semana, el agua disponible ha aumentado en 1,3 puntos, sumando 488 hm³. Casi todas las cuencas han aumentado sus reservas esta semana, pero si comparamos con la media de los últimos cinco años, estamos 3,9 puntos por debajo, situándose en 19.452 hm³.
En las cuencas internas de Cataluña, el agua embalsada continúa en su nivel más bajo desde, al menos, 1988 con solo 103 hm³. En la última semana, ha aumentado el agua disponible en 0,6 puntos con 4 hm³. Son 54,7 puntos menos que la media de los últimos cinco años, calculada en 473 hm³.
👉 Mapas y gráficos sobre la situación de los embalses y la sequía en España
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