Hoy al fin te traemos la investigación en la que llevábamos meses trabajando. DATADISTA ha participado durante ocho meses en un proyecto internacional junto a otros 19 medios de 12 países de toda Europa -incluido Le Monde en Francia, The Guardian en Reino Unido y Süddeutsche Zeitung en Alemania- para lograr el mapa donde se ha detectado algo que nos afecta a todos, que Europa está ahora planteándose prohibir y que está llevando a la industria química en EEUU a cerrar acuerdos extrajudiciales milmillonarios con tal de evitar la que se le viene encima.
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Se trata de un pedazo de invento, todo hay que decirlo. Un tipo de compuesto químico que hace que el huevo no se pegue a la sartén, que el mantel o la tapicería no se manchen, que la lluvia no traspase la ropa o el calzado, que la espuma de los extintores atrape el fuego. Está en refrigerantes, implantes, material electrónico y de construcción. Son los poli- y perfluoroalquilados (PFAS, por sus siglas en inglés), compuestos que se utilizan desde hace décadas para la fabricación de infinidad de materiales y productos.
Su resistencia es la causa de su peligro. Porque penetran en nuestro organismo y no se biodegradan. Y ya los tenemos todos. La pregunta es cuánto. Porque a partir de determinados límites la ciencia ha demostrado que son cancerígenos, afectan al sistema inmunológico, al metabólico, al reproductor, al cardiovascular y actúan como disruptor endocrino. Al ser tan resistentes no se biodegradan y al cuerpo le cuesta años eliminarlos. Los va acumulando y ese es su gran problema cuando hablamos de un compuesto altamente tóxico.
En el único estudio a nivel nacional que se ha hecho en España, en 755 personas de edades entre 18 y 65 años, todas las regiones y ocupaciones, se detectó al menos un tipo de PFAS en todas y cada una de las muestras de suero sanguíneo. Eso fue en 2009. Los científicos que lo elaboraron llevan años intentando que se repita algo parecido a ese nivel. No se ha vuelto a hacer. En los estudios similares realizados en otros países como EEUU los resultados fueron muy similares. Todo el mundo tiene PFAS.
Como nos ha contado Argelia Castaño, que lideró aquel proyecto de biomonitorización, doctora en Ciencias Biológicas, profesora de investigación del Instituto de Salud Carlos III y directora del Centro Nacional de Sanidad Ambiental de 2015 a 2022, "a medida que se va conociendo más, se van viendo lamentablemente mayores efectos, porque nunca nos encontramos con la sorpresa de decir que nos equivocamos, que esto no hace nada. Cada vez hay más estudios epidemiológicos y cada vez es más sencillo encontrar vínculos entre la exposición y los efectos". (Puedes ver su entrevista completa en el reportaje).
Su presencia aumenta con la edad y lo hace más en hombres que en mujeres durante la etapa fértil de estas, que los eliminan por la menstruación y con la leche materna. Nos llegan por los alimentos, están en las verduras y animales que comemos, por el agua de beber, por el polvo de los hogares y por contacto con las superficies en las que están presentes.
Cuando se ha analizado el agua de los ríos, han aparecido. En las plantas de tratamiento de aguas residuales, que no son capaces de eliminarlos, también. En el suelo, en la biota. Se han fabricado tantos productos con PFAS que, debido a su persistencia, capacidad de transporte y bioacumulación, ya están en todo el planeta. Se han encontrado PFAS, un químico sintetizado por el ser humano, en el Ártico.
Los PFAS están en todas partes menos en el debate público y es importante que se conozcan porque es ahora cuando está en consulta pública la propuesta para su prohibición en Europa y la población debería estar informada de qué significa tanto su prohibición como lo contrario.
La otra cara de la moneda son precisamente las monedas, el beneficio que arroja una industria mundial y gigantesca implicada en todo tipo de productos y que ha generado miles de puestos de trabajo. La industria química no ha dado precisamente muestras de saber equilibrar el negocio con el riesgo que iba asumiendo la humanidad. Lo que te contamos también hoy, junto a los estudios hechos de PFAS, el mapa con su localización en Europa dentro del proyecto, y el mapa en España elaborado por DATADISTA, es una historia de ocultación de información y caros abogados enfrentándose a ciudadanos para frenar el conocimiento sobre las consecuencias.
Una historia que empieza con Earl Tennant, un granjero de West Virginia, mirando cómo agoniza una de sus vacas junto al arroyo del que bebe. Una más. Ni él ni nadie de su comunidad sabía que no solo los animales, también las personas estaban bebiendo aguas con altas dosis de PFAS. Si te parece que te pilla lejos, imagina lo importante que es cualquier vertido de PFAS si se tiene en cuenta que han llegado al Ártico.
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Y con esta investigación, nos tomamos un descanso de unas semanas para coger fuerzas. Ha sido una primera mitad de año muy intensa investigando temas que afectan a los ciudadanos y de los que no se está hablando o no lo suficiente, como llevamos haciendo ya más de siete años. Vienen tiempos oscuros, en los que van a gestionar las administraciones personas que niegan la evidencia científica, el cambio climático, el trabajo de quienes intentan buscar soluciones o entender los efectos de lo que está pasando y el de periodistas que, como nosotros, nos pasamos meses aprendiendo, investigando, analizando datos y yendo sobre el terreno para hacer un periodismo útil y honesto. Hoy, créenos cuando te lo decimos, te necesitamos más que nunca.
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